NUESTRA HISTORIA

Inicio de la Obra en Venezuela

En enero de 1988, en el lugar de Socopó Estado Barinas un grupo de hermanos que habían sido miembros de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, y de la Iglesia Pentecostal Unida de Venezuela (cincuenta y tres hermanos en total) estaban muy preocupados por sus vidas espirituales, pues debido a un problema de índole administrativo temían que la buena marcha de la obra en el país se viera frustrada.

Estos hermanos comprendían que nada debía entorpecer la marcha de la obra, y que nadie se podía adueñar del derecho de predicar el evangelio. También consideraban que no podían desligarse de una administración porque eso sería una división, e igualmente concluyeron que era necesario buscar una autoridad que los administrara para que la Iglesia continuara su marcha. Algunos de esos hermanos son: Bernabé Ramírez, Alberto Vargas, Amílcar Merchán, Crisanto Zambrano, Aura Consuelo Reyes de Palacios y Jesús Torres.

La madrugada del 19 de enero de 1988, a eso de las dos de la mañana el hermano Amílcar comparte con el hermano Bernabé la posibilidad de pedir ayuda a Colombia, tomando en cuenta la experiencia administrativa que posee la iglesia del Señor en ese país. En aquel momento, el hermano Bernabé propone realizar una petición por escrito, la cual agradó al grupo de hermanos y acordaron en reunir viáticos para que los hermanos Bernabé y Jesús Torres fueran a Cúcuta con la finalidad de solicitar esa ayuda a la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia.

Ya en Cúcuta, lograron hablar con el pastor de la central el Hermano Eliverio Herrera, donde presentaron la necesidad que existía en el momento, y explicaron que ellos no podían hacer las cosas por sus propios medios, sino que necesitaban de una administración que con autoridad se encargara del buen desarrollo de sus vidas espirituales y de la marcha de la obra en Venezuela.

El hermano Eliverio inicialmente les planteó que era mejor que hablaran con los directivos de la Iglesia en Venezuela. Sin embargo, los hermanos manifestaron que en varias ocasiones intentaron dialogar con ellos de distintas formas y no lograron resolver nada con eso. Además, expusieron que dicha situación había traído mucho desanimo en todos los hermanos y que también había provocado un estancamiento en la obra del Señor.

Como una solución para esto, los hermanos le propusieron al hermano Eliverio iniciar un nuevo trabajo en el país, pues reconocían que Venezuela era un campo misionero que necesitaba muchísimo del evangelio, y que no bastaría con una sola una obra misionera, sino que se requería de muchas obras más que predicaran el nombre de Jesús. En respuesta a eso, el hermano Herrera les expresó que él se encargaría de hablar con sus superiores y que después les entregaría una respuesta.

En otro viaje que se hizo posteriormente, los hermanos de Venezuela fueron orientados a introducir una solicitud al Consistorio de Ancianos de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia. Como respuesta a la solicitud presentada por los hermanos, la Iglesia en Colombia envía en primer lugar una carta a los administradores de la Iglesia Pentecostal Unida de Venezuela para que ellos se encargaran de esa situación, debido a que había un gran número de hermanos que anteriormente pertenecían a la membresía de esa iglesia.

No obstante, al pasar un buen tiempo sin que sucediera o se resolviera algo, la iglesia en Colombia decidió analizar en profundidad la forma de ayudar a esos hermanos sin tener que enviar misioneros o pastores a un país que ya poseía una obra ya establecida que predicaba el nombre de Jesús.

Al pasar un año sin tener respuesta de ningún lado, los hermanos insistían fervientemente en la búsqueda de una pronta solución a esa circunstancia que estaban viviendo, y es cuando en una ocasión se trasladaron nuevamente a Cúcuta aprovechando que para ese momento se estaba realizando un evento y que al mismo tiempo estaría presente en ese lugar el hermano Eliseo Duarte. Los hermanos le manifestaron personalmente la necesidad al hermano Eliseo, quien a su vez comprobó que la situación era muy urgente, y consideró que no había otra opción que comenzar a elaborar un proyecto de trabajo para atender esa situación.

El hermano Eliseo decide enviar pastores de Cúcuta para que observaran de cerca la situación y evaluaran la urgencia. Cuando estos pastores llegaron a Venezuela pudieron comprender que la situación no solamente era de atención al grupo de hermanos, sino que también Venezuela se presentaba como un campo prácticamente misionero, por tal motivo los mismos hermanos estaban muy decididos a trabajar en favor de la obra, que hasta la personería jurídica ya estaba en proceso de solicitud ante el gobierno, esto con la intención de hacer las cosas por la vía de la ley.

De esta manera, es como comienza la nueva obra misionera de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia en Venezuela. Cuando el viernes 18 de marzo 1989, llega a Venezuela el hermano Ramón Angarita y su familia con la finalidad de trabajar como misionero en el país. El hermano Ramón trabajó incansablemente en Venezuela hasta el 25 de abril de 1995, y para esa fecha logró establecer nueve obras con sus respectivos pastores, concebir veintitrés lugares de predicación en todo el país, construir un hermoso templo en Socopó, realizar la primera convención, hacer la primera grabación musical, entre otras cosas más.

Articulo tomado de la «Revista Voces de Júbilo» (Edición del Año 2018).

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